Cada verano, los incendios forestales regresan con intensidad, arrasando miles de hectáreas y poniendo en peligro tanto a la fauna como a las personas. Estos desastres no son fenómenos imprevisibles, sino que son la consecuencia de un escenario de creciente vulnerabilidad que incluye la falta de gestión adecuada del territorio, el abandono rural y los efectos devastadores del cambio climático.
El Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural hace un llamado urgente para cambiar el enfoque tradicional de lucha contra los incendios, que ha estado centrado en la extinción, hacia un modelo más preventivo y de gestión sostenible del territorio.
El principal problema radica en que la prevención sigue siendo una asignatura pendiente. En vez de reaccionar ante los incendios, se necesita actuar antes de que ocurran. Este cambio implica integrar la prevención en todas las políticas públicas relacionadas con el territorio: planificación forestal, desarrollo rural, adaptación al cambio climático y ordenación urbana deben colaborar de manera coordinada, con objetivos comunes en la gestión del paisaje y la reducción del riesgo de incendios.
La lucha contra el fuego no comienza cuando las llamas ya están presentes; comienza mucho antes, en la forma en que gestionamos nuestros bosques, pastizales y áreas rurales. El modelo propuesto busca una gobernanza más participativa, involucrando a administraciones públicas, profesionales, asociaciones y ciudadanos en el diseño e implementación de políticas territoriales eficaces.
Es necesario reforzar los mecanismos de financiación destinados a la prevención. Según estudios recientes, cada euro invertido en medidas preventivas puede generar hasta un retorno de tres euros en ahorros relacionados con la extinción y recuperación de daños. La creación de mosaicos agroforestales, el pastoreo extensivo y la gestión sostenible de la biomasa son prácticas eficaces para reducir la carga de combustible y prevenir la propagación de los incendios.
Los expertos insisten en que al menos el 50% del presupuesto público destinado a la lucha contra los incendios debería orientarse a medidas preventivas. De acuerdo con el Ministerio para la Transición Ecológica, las pérdidas económicas por incendios forestales en España en 2023 alcanzaron los 1.000 millones de euros, entre costes directos e indirectos derivados de la pérdida de biodiversidad, recursos naturales y turismo. Esto subraya la importancia de un enfoque preventivo que no solo ahorre dinero, sino que también proteja los ecosistemas y las comunidades locales.
Prevenir incendios también implica fortalecer la cultura del riesgo y la educación ambiental. Informar a la ciudadanía sobre el impacto de los incendios y las medidas que pueden tomar para reducir los riesgos es fundamental. A ello se suman los avances en tecnología y análisis que pueden ser utilizados para identificar zonas de alto riesgo y anticiparse a las condiciones que favorecen los incendios. Herramientas como los mapas de riesgo, los modelos predictivos de comportamiento del fuego y los sistemas de información geográfica actualizados son imprescindibles para mejorar la toma de decisiones y priorizar acciones preventivas.
Más allá de los efectos inmediatos sobre el medio ambiente y la economía, los incendios forestales también revelan un profundo desequilibrio territorial. Las zonas rurales cada vez más deshabitadas y sin actividad favorecen la acumulación de vegetación inflamable. Sin gestión activa, el fuego se convierte en el único agente capaz de intervenir, y las tierras abandonadas se convierten en una bomba de tiempo.
Este abandono rural se está intensificando por el cambio climático, lo que crea un círculo vicioso de desertificación. En contraste, las áreas urbanas continúan siendo cada vez más densas, lo que aumenta el riesgo de que los incendios afecten a poblaciones y infraestructuras. Es imperativo garantizar que los territorios rurales sean gestionados de manera sostenible y que se promuevan oportunidades de empleo y conservación en estas áreas, generando un entorno resiliente frente al cambio climático y los incendios.
Conclusión: La Prevención, la Única Opción
Los incendios forestales representan una amenaza creciente para la seguridad de las personas, la economía y la cohesión social en el país. Sin embargo, como señala el Colegio de Ingenieros Forestales, la prevención no debe seguir siendo una opción opcional.
En este sentido, invertir en la gestión forestal sostenible, la educación y la integración de políticas públicas que promuevan un territorio vivo y equilibrado es crucial. Si no cambiamos el enfoque de forma urgente, los incendios seguirán devastando los paisajes de nuestro país, con consecuencias irreparables para el medio ambiente, la economía y la sociedad.
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